Más antiguo que la propia historia es el afán del ser humano en entretenerse, fortalecerse, competir y, por qué no, darle una patada a la ociosidad. ¿Y qué mejor aliado para ello que el deporte?
No es una utopía, sino la más sudorosa realidad.
Ver a invidentes o casi invidentes practicar deportes de todo tipo, participar en igualdad de condiciones en numerosas competiciones, entrenar con salud y por salud. Y sacarle la lengua a sus propias limitaciones visuales es, en suma, hablar de otra cara en la moneda de la integración social.
Ajedrez, natación, atletismo… como a sudar y a ponerse en forma tenemos derecho todos, no son pocos los deportes adaptados que entran hoy en la lista de accesibilidades, un listín que la Asociación Internacional de Deportes para Ciegos (IBSA, por sus siglas de International Blind Sports Association en inglés) ha hecho su santo y seña.
Salud, preparación, coordinación, esfuerzo colectivo, aventura, diversión… que nadie diga que a la hoya de la actividad física le falta algún salseo o ingrediente. Pero basta ya de correr alrededor del tema. ¡Y empecemos a sudar!
Con el atletismo, el plato más conocido.
O mejor dicho, el más resistente y veloz.
Resistente y veloz porque es aguantar y rendir lo máximo en el menor tiempo posible, y conocido porque es uno de los deportes más famosos del mundo mundial, tanto así que ni necesita presentación, realmente, y prueba de ello es que más de setenta países acostumbran a darse citas internacionales cada pocos años, bajo la atenta vigilancia de la Federación Internacional de Atletismo para competir amigablemente, echar a correr y ver quién es el mejor.
El atletismo es rapidez, resistencia, técnica.
Y ese deporte recurrente y fácil de adaptar a cualquier tipo de discapacidad incluida, cómo no, la ceguera, y hacia el que buena parte de los invidentes, tarde o temprano, acaban corriendo, ya sea en velocidad, resistencia, lanzamiento, salto o relevo.
Las distancias son las mismas (100, 800, 10.000 metros, etc, etc). Los premios son los mismos (copa, oro, plata, bronce, palmaditas en la espalda…). Y los ajustes son de lo más sencillo, con voces de orientación, palmadas o personas guía.
Cuerda en mano, compañero corredor vidente al lado y un máximo de cuatro atletas a la vez EN LA PISTA, el atletismo de carrera completamente adaptado consiste en correr hombro con hombro junto a alguien que sí ve, unidos los dos mediante una cuerda flexible en la muñeca, y cuya función, sencillamente, es guiar al invidente sano y salvo hasta la meta, evitando en el camino colisiones de cabezas con paredes, o curvas o compañeros o, bueno, el obstáculo que se interponga.
¿Y cómo se reparten?
Cuatro corredores como máximo en la pista si hay ocho calles, tres corredores si hay seis, dos si hay cuatro… Oye… ¿por qué? Porque ha de haber bastante espacio entre un atleta ciego y otro, y porque el guía no cuenta como corredor como tal, aunque sí ocupa pista, una para él solo, distinta a la de su atleta, y que no puede abandonar.
¡Ojo! El vidente debe adaptarse completamente y durante toda la carrera a la velocidad del atleta al que guía, ¡y aquí no hay peros que valgan! ¿Traducción?: que en ningún caso puede relentecerle ni meterle más caña, si es que no quieren entrar en la pista mohosa de los «descalificados». Aquí un ejemplo.
De mano en mano.
En cuanto al atletismo de relevo, que ya sabéis que se juega colectivamente, sólo se exige que el equipo lo forme uno que ve, ya sea poco o mucho, y otro que no.
En cambio, en el atletismo de lanzamiento de peso o jabalina el punto de diferencia lo pone el hecho de que el atleta invidente debe contar con la ayuda de un «guía llamador» para que lo oriente dónde y hacia dónde puede lanzar y cuánto espacio tiene para ello. Una ayuda sonora, por supuesto, a base de palmadas o hablando, para que el ciego en cuestión siga el sonido o la voz, no vaya a ser que, oh, oh, apunte y tire a matar contra la cabeza de algún feliz y desprevenido espectador.
«¡Deja de dar saltos de ciego!»
La próxima vez que alguien te suelte esta expresión hazle la cobra recordándole que los ciegos también pueden apuntarse al salto de longitud como al triple salto. Eih, no estarás mintiendo; es verdad. ¿Que cómo?
Con la ayuda de dos colaboradores: uno en el punto de partida del esprín, haciendo de guía, y otro en el punto de batida, a la hora de dar el salto. Por cierto que la tabla a la que se salta es levemente diferente de la habitual entre videntes. Primero el tamaño (un metro de adaptación frente a los treinta centímetros de ancho de siempre) y luego el uso de la cal para dejar constancia y huella, literalmente, del punto exacto y real en que salte el atleta.
De todas formas existen categorías, que varían según el grado de visión del atleta. Y son tan válidas todas a la hora de sólo correr como en la modalidad de salto, relevo o lanzamiento.
B1, para que compitan entre sí quienes no ven nada de nada, incluidos, sí, los que sólo captan sombras o luces o colores; necesitan en todo momento de la ayuda de un guía para hacer la prueba.
B2, reservado a quienes, aun con baja visión, disfrutan de cierto resto visual en un ojo o en los dos y, por tanto, no necesitan sí o sí de un guía; si acaso en casos puntuales. Y B3, para aquellos atletas que, aun teniendo problemas de vista, su resto visual es tan alto que la adaptación es mínima, si es que directamente no necesitan nada extra.
¿Ves, que sí puedes proponerle a un invidente echar una carrera? Sólo recuerda sustituirle su bastón blanco por una cuerda en la mano y engancharle a un guía que vea.
¡Ah, ah! Claro que tampoco te emociones mucho y le propongas hacer carrera de vallas, o carrera de obstáculos, o salto con pértiga, colega, que «adaptación» no es sinónimo de «magia» y hay clases de atletismo que jadean en una pista muy, muy lejana por ser muy, muy visual.
La natación: un zas en todo el cogote.
La natación es el deporte perfecto, el más sencillo y el que menos quebraderos de cabeza da a la hora de adaptarlo a cualquier persona con brazos o piernas o las dos cosas. No en vano es un deporte de bajo impacto que tanto se recomienda a todas las edades y articulaciones como a cualquier condición física.
Diestro, ventajoso y multidisciplinar, aquí ni siquiera hace falta un guía vidente que asista al nadador que no ve o tiene baja visión, o al menos por norma general. No hace falta un material específico para el nadador ciego, como tampoco una piscina especial. Tan sólo un palo con el que golpearle la cabeza cuando esté a punto de llegar a un lateral de su calle.
¿Ein? Sí, has leído bien. ¿Golpearle la cabeza? Sípi. ¿Para qué? ¿Para dejarle tonto o más ciego? La verdad es que… ¡nop! No. Únicamente para indicarle que está a pocas brazadas de la pared.
Vale, vale, te pongo en contexto, para que lo entiendas.
Imagínate: estás en una calle de la piscina, sumergido en el agua hasta el cuello, con corcheras a derecha e izquierda. Espalda, mariposa, crol… el torneo está en pleno apogeo y lo estás dando todo, largo a largo. Tan cierto como que te llamas… ummm… ¿Pepito? ¿Pepita? que la medalla, esta vez, tiene que ser tuya.
No nadas a lo loco. Tienes técnica, eso sí. Y seguridad, velocidad, y una concentración que está al máximo. Sigues nadando. Cuarenta metros, treinta, veinte… ¡te estás acercando rápidamente a la pared! No ves, pero vas a toda pastilla.
Diez metros, cinco, cuatro, tres… ¡Zas! ¡Eso ha sido el palo en la cabeza! Y viene a decirte que estás a un tris de llegar, que recuerdes y tengas cuidado con la pared, llegado el momento de alcanzar la meta, o de hacer el giro y nadar de vuelta al otro extremo, si es el caso. Aquí otro ejemplo.
A ver, que cuando digo «palo» no hablo de un trozo de madera al uso (nadar relaja, no aporta más salvajismo). Se trata de un bastón cuyo extremo está forrado de una suave almohadilla que amortigua el golpe.
En las competiciones de natación para invidentes existen las mismas categorías de B1, B2 y B3, que se rigen según el grado de visión de los competidores, y que a estas alturas seguro ya te sonará por ser la misma clasificación que hablé arriba, en el atletismo.
Claro que la natación es más que competiciones y medallas. Es formación y entretenimiento y relajación, desarrollo y coordinación y orientación acuática. Ayuda a la rehabilitación, a la estimulación y al contacto social, a la preparación y al mantenimiento físico, a la educación acuática y al enriquecimiento lúdico y a tener un montón de destrezas que… vale, vale, ya paro, que de seguro no te estoy contando nada nuevo y que todas estas virtudes ya te las conoces.
Así que sequémonos las ropas, que el deporte que viene a continuación no sólo está listo, es listo como…
El ajedrez: un esfuerzo de doble tablero.
Determinación, autocontrol, precisión, memoria, concentración, trampas al adversario… hablamos ahora de un deporte, el único, tal vez, donde ganar resulta el movimiento menos interesante, y donde lo que realmente cautiva es el camino hacia esa victoria. Las jugadas, estrategias, tácticas y posiciones que a veces ni siquiera se le encuentran sentido hasta que es demasiado tarde.
Un espíritu de valía, paciencia, creatividad e inteligencia que los invidentes juegan con dos tableros, uno para cada adversario. Su modo de adaptación no tiene tanto misterio como podáis llegar a temer, más bien mucha facilidad, y de ahí que tenga un largo y tradicional historial entre los ciegos, animándoles a ser ajedrecistas.
Basta tocar para practicar, y basta practicar para participar en las competiciones.
Los tableros tienen la característica de estar en relieve, de estar en braille, y de tener agujeros en el interior de las propias casillas. ¿Para meter la uña del meñique? Umm, más bien para encajar en ellos las piezas y que así, al ir el invidente a palparlas, no se muevan y haya un derramamiento de piezas que den al traste con el juego.
Los cuadros negros, hay que señalar, destacan uno o dos milímetros por encima de los cuadros blancos, por lo que la diferencia salta al tacto y el ciego puede localizar, seleccionar, jugar y moverse en un periquete durante su turno, sin riesgo a que acabe fuera de sus casillas (literalmente). Los números y letras entre los que moverse están en braille, cómo no.
Es el jugador quien anuncia en voz alta la jugada que acaba de realizar, y como prueba de que lo ha entendido bien, el oponente debe repetirlas en su propio tablero (usando el color correspondiente; blancas si su rival juega con blancas, negras si ha elegido éstas últimas).
El factor tiempo también es importante en el ajedrez de los invidentes.
Aunque los relojes, aquí, son digitales y parlantes, y basta con llevarse un auricular al oído para que el jugador sepa de cuánto tiempo dispone, él, su oponente o directamente el juego en total. El reloj dispone también de un botón que el jugador tiene que pulsar sí o sí nada más mover pieza.
Uno, para que su propio tiempo no corra más de la cuenta, y dos, para darle el tiempo y turno al rival.
En este estilo de ajedrez pueden enfrentarse ciego contra ciego, ciego contra alguno con resto visual. Sea cual sea el caso, cada jugador escoge según su discapacidad el formato que prefiera para anotar todos los movimientos y jugadas realizadas por parte de los dos, bien sea en tinta, braille o con grabaciones electrónicas y, así, no perder en ningún momento el hilo del partido.
¿Y qué hay de las piezas?
Alfil, caballo, torre, reina… también están marcadas, indistintamente. Todas, con un saliente en la parte de debajo para que se ajusten bien al agujero del tablero; las negras, con un remate o puntito o protuberancia en la parte de arriba, algo muy evidente y notorio al tacto y de lo que las blancas no pueden presumir.
Pero, ¿por qué se necesitan dos tableros? ¿Acaso no basta con uno solo?
Nah, nah, no te comas mucho el coco con esta cuestión (deja ese trabajo para los jugadores). Se usan dos tableros porque el ajedrecista ciego necesita tocar, por eso de que no puede ver y tal, y ya que al tocar podría mover sin querer queriendo una pieza del oponente, lo que no mostraría mucha deportividad, que digamos… mejor evitar problemas y mejor dejar que cada uno juegue en su propio tablero, que de mirar y verificar y revisar y registrar oficialmente las jugadas de ambos ya se encarga el jurado.
No hay más que ver este otro ejemplo para captar la esencia.
Más lluvia de deportes.
Que me he dejado en el tintero. Fútbol, carreras por montaña, tiro con carabina, tenis, esquí, baloncesto, judo, tiro con arco… por no hablar de aquellos deportes hechos por y para ciegos, exclusivamente. Y es que hay mucho aún por abarcar porque hay mucho aún que informar.
Pero como la medicina cuanto más dosificada, mejor, seguiremos en otro futuro post.
Entre tanto, recordad que la oferta de preguntar sigue en pie.
¡Nos leemos abajo!
Muy interesante todo lo que has contado, la verdad que me quedado con ganas de mas deportes. Muchas gracias y espero pronto de leerte con nuevos deportes 😄
Hay una lluvia entera de deportes aún por llegar, jeje, así que sípi, nos ya caerán. Gracias a ti por leer y comentar!
Hola Marisa,
¿Practicas algún deporte? A mí me encanta el ajedrez. ¿Hay apps para jugar al ajedrez para ciegos?
Un abrazo
Holaaap!!!
Practicaba natación y atletismo (especialmente éste último) allá por mis tiempos mozos, ajaja. En cuanto a lo de la APP de ajedrez… uff, ni idea, pero estaría genial! Es una buena pregunta, así que voy a investigar y, si resulta que sí, lo añadiré en el artículo.
¡Gracias por comentar!
Hola Marisa,
como siempre, ¡tus artículos son fantásticos! Me encanta la forma en que puedes comunicar un monton de información interesante, usando un estilo simple, directo y divertido. En particular, gracias a este nuevo post he aprendido tanta curiosidad sobre el mundo del deporte para ciegos, y debo decir que estoy sorprendido por las técnicas utilizadas para permitir que las personas ciegas practiquen disciplinas que parecen imposibles para quienes no tienen visión. Pero, quiero agradecerte sobre todo porque, con tu estilo fresco y apasionado, nos transmiten todo el deseo de profundizar esta diferente perspectiva de la vida que, demasiado a menudo por desgracia, nos asusta. Así que, llegaste a ser, para todos nosotros «videntes», la guía a través de la oscuridad de nuestra ignorancia 🙂 ¡Muchisimas gracias!
Oh, gracias a ti por esas palabras tan sentidas. Si yo soy la guía, espero que vosotros, lectores como tú, lleguéis a ser la luz de la web. ¡Gracias!
Opino que como los anteriores este artículo está hecho y he disfrutado un montón con el .
La parte que mejor esta
Bueno, me has dejado a medias, con ganas de saber cuál es la parte que más, jejej, pero graciaaas igualmente por leer y comentar.
Saludos Marisa. Sería bueno saber donde acudir para apuntarse a algunos de esos deportes en Madrid.
Hola, Diego!
Llamando a Prim (la Territorial de la ONCE en Madrid) puedes tanto apuntarte a la federación (cosa que deberás hacer sí o sí para la realización de cualquiera de esos deportes, de cara luego a querer participar en competiciones y demás, especialmente) como informarte de los equipos existentes. Las pistas de atletismo, por ejemplo, están abiertas a cualquiera que quiera entrenar, y el pase es libre, siempre y cuando te hayas apuntado previamente. Te animo a llamar e informarte más y mejor, si estás interesado. El teléfono es el: 91.532.50.00. ¡Ánimo!
Y gracias por comentar!
Wao! no tenía idea de ninguna de las competiciones, gracias por informar y espero que cada vez más se adapten otros deportes y comiencen a practicarlos.
Gracias a ti por leer y comentar! Me alegra que te haya gustado y servido / resultado interesante. Desde luego la accesibilidad y los deportes van unidos, aunque aún hay algunos que tienen que ponerse en forma… mucho! para ser del todo adaptables. Pero poco a poco, sí… poco a poco.